Universidades de tercera


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Recientemente recibí varias llamadas telefónicas del Vicerrectorado en Teruel de la Universidad de Zaragoza, lo que me permitió constatar que Teruel todavía existe. No se ha cumplido, al menos por ahora, el pronóstico de un médico psiquiatra turolense en el sentido de que al Gobierno de Aragón le sería más barato comprar un piso a cada turolense en Zaragoza, en lugar de seguir manteniendo allí las costosísimas infraestructuras, para una población cada vez menor.

El objeto de las llamadas era para preguntarme que hacían con la documentación que presenté para unas plazas de profesor, en el año 2000, nada menos… Dicen que las cosas de palacio van despacio, pero por lo visto en la Universidad de Zaragoza, también.

Tras manifestarles mí extrañeza por esta “pequeña demora” de nada menos que catorce años, no les dije, por educación, por dónde se podían meter la documentación correspondiente, y les pedí su envío, más que nada para ver si había ejemplares de algunos de los libros que publiqué hace años, y de los que escasamente poseo ejemplares. Huelga decir que para mí tienen un valor incalculable.

Unos días después volví a recibir nuevas llamadas –la funcionaria correspondiente debía de haber recibido instrucciones de limpiar “la basura”-, insistiendo en su envío, pero que tenía que hacerme cargo de los costes de Correos.

Como ustedes comprenderá, a estas alturas de la película, lo mismo me daba, y le dije que no había ningún problema, pensando que harían la devolución en la forma más económica posible, pero unos días después recibo para mi sorpresa un paquete de MRW, empresa de correo urgente, que me cobra nada menos que 11,67 (once con sesenta y siete) euros por el sobre, en cuyo interior devuelven un par de escritos míos, con algunos documentos aportados a los concursos respectivos. ¡Pues menos mal que no había libros u otro contenido de peso!

Es solo un detalle de cómo se hacen las cosas en la Universidad de Zaragoza. El problema es que la vida es una suma de pequeños detalles… Se tarda catorce años en devolver una documentación, pero eso sí, a portes debidos, y por una empresa de envíos urgentes, supongo que para “compensar” la pequeña demora de catorce años. Vivir para ver.

Como yo soy un caballero, y estoy muy agradecido a la Universidad de Zaragoza en general, y a la Facultad de Derecho en particular, por la formación recibida, tengo por norma facilitar gratuitamente un ejemplar de todos y cada uno de los libros que voy publicando a la Biblioteca de la citada Facultad, como puede comprobar quien lo desee. Y a portes pagados, por supuesto, para evitar tener que volver a pisar la Ciudad Universitaria, pues se me revuelven las tripas cada vez que lo hago, dado el maltrato recibido por parte de sus gerifaltes in illo tempore.

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