La pasión catalana
Últimamente trabajo en la bolsa, o más que en la bolsa, con la bolsa. Mi mujer está todo el santo día diciéndome súbeme esto o tráeme aquello cuando bajo a tomar café, comprar el periódico o estimar las piernas, y la verdad es que lo hago con gusto, pues hay que colaborar en las tareas del hogar.
En una reciente visita al Área de Guissona –cadena de tiendas que recomiendo por sus buenos precios, ya que no hay prácticamente intermediarios-, he visto una publicidad de “La Pasión de Cervera”, el famoso espectáculo en el que se representa la muerte y resurrección de Jesucristo, y que se viene celebrando en dicha ciudad desde hace muchos años.
Ciudad de la Lérida profunda, muy conocida por su famosa Universidad, que tuvo un infausto Rector que le dijo a Fernando VII, para justificar su obediencia al Rey, “que lejos de nosotros la funesta manía de pensar” (o al menos eso cuenten las crónicas). Universidad que posteriormente desapareció por los recortes presupuestarios, como seguramente tendrían que hacerlo una buena parte de las creadas en las últimas décadas, que han ido floreciendo por España como setas en los pinares en otoño…
Pues bien, me ha llamado mucho la atención ver que el espectáculo, sobre el cual pueden buscar más información en www.lapassiodecervera.com, anuncia tres representaciones en lengua castellana, y otras tres en lengua catalana. Es decir, que incluso dentro de Cataluña, hay un empate técnico entre el castellano o español y el catalán.
O tal vez se deba al tradicional seny catalán, que podríamos entender como sentido común, que hace que ese pueblo sea muy práctico en su forma de ser y de actuar, reconozcan los hechos consumados y no sean partidarios de remar contracorriente, como parece propugna el señor Mas, al que tal vez tengamos que llamar Menos, pues todo lo que sea dividir, separar, etc., no es bueno ni para Cataluña ni para España.
Es posible que se deba a la frase de la pela es la pela, para dar a entender que el dinero es el dinero, y que como hay muchas personas que no irían a ver la Pasión en catalán, pues han optado por la solución práctica de hacer la mitad de las representaciones en castellano, y la otra mitad en catalán, y que cada interesado elija la que prefiera.
Al fin y al cabo, la situación económica general es tan problemática que todos –o casi todos- regimos –o rigen- sus vidas por el vil metal, y buscan soluciones, no crear problemas, como Mas, seguramente para esconder su incompetencia e inutilidad como gobernante autonómico.
Realmente ni Mas hubiera podido aspirar a llenar a más, ni en sus mejores sueños, ni Cataluña a menos con él.
Yo también me pregunto dónde está el tradicional SENY CATALÁN, o sentido común. Desde luego no en su casta política parasitaria, que hace ya años que han perdido el norte, pero que roban impunemente, envueltos en la bandera catalana, y, eso sí, hablando en catalán…
La familia PUJOL son un claro ejemplo de estos delincuentes nacionalistas, que confunden la velocidad con el tocino, y en aras del catalanismo independentista se han hecho multimillonarios, mientras el pueblo llano cada día lo está pasando peor.
No tengo nada claro que los catalanes sean inteligentes, ni siquiera listos, y la prueba es que se están dejando arrastrar al abismo, sin hacer nada… Yo hace ya años que procuro no comprar productos fabricados o comercializados en Cataluña, pues ya que se quieren separar de España, encima no voy a ayudarles a hacerlo. Al fin y al cabo, que se l coman con su butifarra y su pan con tomate, y que les aproveche.
Viajo con frecuencia a Barcelona, y la verdad es que cada vez vez veo peor la situación… Hay mucho desempleo, y está todo lleno de negros, sudamericanos y moros.
Recuerdo que para ir a una determinada calle, bastante céntrica, pregunté a cuatro personas; tres eran extranjeras, que no tenían ni idea de dónde estaba la calle…
En resumen, están prácticamente invadidos, y lo que es peor, no por personas que vienen a trabajar, sino a vivir de nuestro «estado de bienestar»…
Si a ello unimos una administración lamentable, un gasto desaforado en fomentar lo que nos separa, en lugar de lo que nos une, el idioma catalán, las embajadas en el extranjero, etc., se monta así un peligroso cóctel, que no sabemos como acabará.