Algo huele mal y no en Dinamarca sino en España


Recientemente, he publicado un libro que es una radiografía de la corrupción socialista: Ábalos jaque mate.

El libro desvela el «negocio» de los trece millones de mascarillas compradas por el ministerio de transportes, del que Ábalos era titular, a China, con la intermediación de una empresa zaragozana, dirigida por un «experto» en paraísos fiscales, y titular, real o aparente de más de veinte empresas, de dudosa actividad una buena parte de ellas… ¿Un simple testaferro?

Se nos ha querido vender la moto de que Ábalos fue echado del gobierno, y de malas maneras, por frecuentar «malas compañías», pero la realidad es que fue cesado por meter la mano en la caja.

Más de cuarenta millones de euros malgastados en comprar mascarillas chinas, de ínfima calidad, ¡a más de tres euros por unidad!, IVA incluido. ¿Ábalos hizo este «negocio» por cuenta propia o para el partido, más bien partida, que ni es socialista, ni obrero, ni mucho menos español: PSOE, una maquinaria para hundir la economía, enchufar a más de medio millón de nuevos empleados públicos, y «robar» el dinero de todos, en forma de subvenciones a fondo perdido (y tan perdido) a sus amigos, entre ellos los padres del presidente Sánchez?

Nos queda la duda de si ha sido cesado por corrupto o, solamente, por haber llegado al conocimiento público este gigantesco latrocinio del dinero de todos. ¿El PSOE ha querido actuar honradamente o, simplemente, ha establecido un cortafuego para evitar que el asunto le salpique demasiado?

Ábalos jaque mate son 117 páginas de exposición, documentos oficiales del Portal de Transparencia, del Tribunal Supremo, negándose a investigar la denuncia que presenté ante la Sala Segunda, dada la condición de aforado de Ábalos basándose en la legislación excepcional, promulgada por el gobierno de Pedro Sánchez, en forma de reales decretos leyes, y que le permitía hacer lo que le diera la gana, sin control alguno.

Tampoco quiso investigar los hechos la fiscalía provincial de Zaragoza, con una fiscal general del gobierno, que no del Estado, digna de toda sospecha, y ex-ministra y diputada del PSOE afín a Pedro Sánchez.

En definitiva, algo huele mal, y no en Dinamarca, precisamente, sino en España.

Publicado en Adáraga (10/01/2022)

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