Ramiro Grau y el laberinto funcionarial español… Por José Antonio Bielsa Arbiol
Cuarta reseña de la serie destinada a comentar y difundir las obras del escritor, abogado, fiscal, juez y profesor de Derecho don Ramiro Grau Morancho; hoy: RÉQUIEM POR LA FUNCIÓN PÚBLICA.
¿Ejerce usted como empleado público? ¿Tiene conciencia de la problemática funcionarial existente en la España del agonizante Régimen del 78? ¿Atisba algo de luz al final del túnel? Si sus dudas afloran y el malestar de su conciencia despierta le aflige, Réquiem por la función pública (2ª edición, 2019), de Ramiro Grau, es su libro de obligada lectura del mes.
Fui un voraz lector de novela gótica y de terror en general. En su día me enaguacharon Horace Walpole, Matthew G. Lewis, Ann Radcliffe, Bram Stoker, Adrian Ross o Jean Ray, entre otros maestros, y debo confesar que las casas encantadas, los cementerios abandonados y las criaturas de la noche siempre han sido plato grato de mi devoción lectora. Pese a todo ello, he de confirmar que la lectura de Réquiem por la función pública ha reavivado en mí las peores pesadillas, los más enconados malestares que toda lectura genuinamente terrorífica desencadena a nivel psicosomático sobre los espíritus inquietos e impresionables.
Este libro imprescindible, de rabiosa actualidad a su pesar, y que todo funcionario bien informado debería conocer y releer como si de un vademécum médico se tratara, supone por otra parte uno de los escasos exponentes (de un subgénero ensayístico sin apenas ejemplos reseñables) de lo que haremos bien en denominar “crítica constructiva y paliativa de la situación actual”.
Las cinco tesis mínimas desarrolladas por Grau en su libro son las siguientes, a saber:
1.- España está sumida en una profunda crisis estructural que afecta sobre todo a las clases pasivas, los funcionarios y los contribuyentes en general;
2.- De este problema se libra una clase dirigente e inepta devenida casta, en virtud (es un decir) de cuyo poder usa/abusa del Estado y de las diversas administraciones públicas, siempre en su propio provecho;
3.- Para perpetuarse en el tiempo, este sistema artificial y contrahecho requiere de un sofisticadísimo laberinto de aberrantes dispositivos jurídicos a la carta, que van socavando el Estado de derecho al tiempo que retroalimentan por autofagia al Leviatán-Sistema;
4.- Como en todo sistema de castas, los privilegios están a la orden del día, beneficiándose de este modo a varios miles de altos funcionarios, quienes, sin apenas dar palo al agua, se lucran con millonarios emolumentos, quebrando irremediablemente el ya de por sí quebrado Régimen del 78;
5.- El complejo sistema funcionarial, por otra parte, afianza la política del gasto, siguiendo las tretas de la “política de ganar amigos”, emitiendo toda clase de prebendas económico-retributivas (trienios, quinquenios, sexenios, etc.) sin equivalente en la empresa privada, y suicida de cara a la pervivencia del propio Sistema.
Sobre estos cinco puntos mínimos, Ramiro Grau desarrolla con mira calidoscópica su análisis del laberinto funcionarial. Y es que el libro, sin ser muy grueso (196 páginas de fluida lectura en su segunda edición), permite al menos dos lecturas complementarias:
- la jurídica; y
- la metapolítica
A falta de no acusar la debida competencia para con la primera lectura, abordaremos de buen grado la segunda, estrictamente metapolítica, por tanto transversal y disidente, concorde con nuestros intereses prioritarios.
Como bien escribe don Ramiro, es importante subrayar este hecho: «La Constitución proclama como principios básicos para el acceso al ejercicio de funciones públicas los de igualdad, mérito y capacidad, añadiéndose jurisprudencialmente un cuarto requisito, que es el de la publicidad de la oferta de las plazas correspondientes, ya que si no, difícilmente podría hacerse una selección de los mejores. ¿Pero están las mejores cabezas al servicio de las administraciones públicas? Salvo excepciones, que las hay, y muy notables, parece que no. La empresa privada, las profesiones liberales, etc., dan acomodo a una buena parte de los mejores profesionales españoles”.
¿A qué se debe este peculiar fenómeno? ¿Qué connotaciones políticas tiene?
«Las administraciones se han convertido en un balneario de lujo, un asilo para personas con pocas ganas de trabajar, en muchos casos… y normalmente ‘puenteados’ por directivos de libre designación, asesores ‘a dedo’, pero del color del partido que manda en la administración (es decir, el cortijo, correspondiente), etc. El probo funcionario acaba marchándose a la empresa privada, donde al menos se respeta su competencia y profesionalidad, y se le paga adecuadamente, con arreglo a su rango y capacidad, sin falsos igualitarismos por abajo».
Para que el Sistema se perpetúe, en efecto, debe nivelar siempre hacia abajo, para así consolidar lo que Jean d’Ormesson denominó «Ineptocracia», que nos viene anillo al dedo en el caso español:
«La ineptocracia es el sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir y los más incapaces para triunfar, mientras los más vagos y menos preparados para crear riqueza y procurarse su sustento son los grandes beneficiados del sistema, regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios e injustos que padecen y soportan los mejores».
Es precisamente esta deriva la que más favorece los intereses sinárquicos de los amos del mundo: una casta de altos funcionarios (comprada) y una masa funcionarial (satisfecha) más o menos sumisa y conformista en su limitadísimo horizonte vital, cerrada por rutina a los graves problemas políticos, económicos y jurídicos que los nodos de poder del NOM despliegan con impasible y alevosa saña sobre esta España naufragada.
Por supuesto que el abanico de problemas no termina aquí: el propósito final de todo este entramado es la liquidación del Estado de derecho y la pérdida total de la soberanía nacional, que quedará en manos de las plutocracias mundialistas sí o sí.
Nada impedirá esto si el eslabón más débil de la cadena (la masa funcionarial de casi 3,5 millones de empleados del Estado –con una mención especial para ese medio millón de políticos, politicastros y enchufados varios–) no vigoriza su conciencia patriótica y comprende, de una vez y para siempre, que todos viajamos en el mismo barco, en este Titanic rumbo al Triángulo de las Bermudas de la catástrofe.
Terrorífico escenario, sin duda, el de la España de las postrimerías del Régimen del 78, en manos de coletudos, mamporreros, filoetarras, separatas y demás excrecencias de la partidocracia abortera. Terrorífico escenario, a cuyo lado se tornan idílicas las mismísimas estancias del Castillo del Conde Drácula.
No obstante sus demoledoras conclusiones, explícitas e implícitas, Réquiem por la función pública es un libro abierto a la esperanza. Su propósito vehicular, al fin y al cabo, no es otro que el de despertar la conciencia dormida de tantos funcionarios, quienes obrando de buena fe, desconocen el propósito oculto, y último, que el NOM les ha destinado en la liquidación material de España; a ellos especialmente va destinado este libro audaz, comprometido y políticamente incorrecto, con el que don Ramiro Grau Morancho ha logrado despejar los recovecos del laberinto funcionarial español.
El libro puede adquirirse en la plataforma Amazon, pinchando aquí.
Publicado por El Diestro (09/02/2020), El Correo de Madrid y Heraldo de Oregón (10/02/2020)
La mayoría de los funcionarios y empleados públicos en general, solo piensan en sus derechos…
Hoy por hoy, y en una sociedad cambiante, y además menguante, dónde cada vez cuesta más ganarse la vida honradamente, DEBERÍA DESAPARECER LA ESTABILIDAD LABORAL DE LOS EMPLEADOS PÚBLICOS, y que pudieran ser objeto de un Ere, un despido disciplinario, etc., como todo el mundo.
¡Seguramente así tratarían bastante mejor a los «súbditos», antes ADMINISTRADOS!
Totalmente de acuerdo con usted.
Los empleados públicos, en general, SABEN QUE TIENEN LAS ESPALDAS BIEN CUBIERTAS, y lo mismo les da ocho que ochenta.
Hasta que no se acabe con EL ESTATUTO FUNCIONARIAL, y puedan ser DESPEDIDOS, CESADOS, sometidos a ERES, etc., como todo hijo de vecino, la situación no va a cambiar.
En lugar de estar a nuestro SERVICIO, parece que somos nosotros, los que les pagamos el sueldo, LOS QUE ESTAMOS AL SUYO.
Buenos días,
Estando de acuerdo en el fondo del asunto he de matizar algunas cosas que bajo mi punto de vista creo que son importantes.
No es cuestión de demonizar a todos los empleados públicos ya que todos malos no son pero gente y empleados los hay en lo público y en lo privado, dicho esto decir que con la reforma laboral que se hizo los empleados públicos que forman parte del personal laboral de la administración ya sea en cualquier administración pueden ser despedidos o les puede ser de aplicación ERES o ERTES ya que aún siendo empleados públicos( para mí los laborales son empleados Low cost de la administración) se rigen por las leyes laborales del estatuto de los trabajadores, con lo cual si cualquier administración demuestra una serie de pérdidas durante x meses según la reforma laboral podría hacer eres o ertes e incluso despedir a sus trabajadores previa indemnización y con su derecho a paro, en cuanto a denunciar a la administración ellos pueden denunciar a través del juzgado de lo social,mientras tanto un funcionario que quiera denunciar por cualquier causa motivada de su trabajo deberá hacerlo ante el contencioso administrativo (que me corrija Don Ramiro si no es Así,ya que el es abogado y fiscal con lo cual sabra mucho más del tema que yo) sin embargo el personal funcionario se rige por la ley funcionarial y ellos si que tienen garantizada su plaza de por vida pase lo que pase, lo único que si se les puede despedir es por faltas disciplinarias pero eso Claro está lo tiene que hacer un superior que también es funcionario y que eso es más complicado ya que bajo mi opinión se tiene un pacto de no agresión como los partidos políticos o los sindicatos para entre ellos no perjudicarse.
Eso sí que quede claro que es solo opinión personal mía y que no estoy de acuerdo con que a los funcionarios no se les pueda despedir de una manera más fácil, veríamos a muchos cambiar si cada cinco o diez años se hicieran pruebas para ver el estado de cada uno y sobre todo físicas y psíquicas a funcionarios con arma y que se creen superiores a todos por el hecho de ser «agentes de la autoridad» palabras que suenan a época romana……aunque podemos decir que la sociedad como tal está basada en los Romanos, analicenlo no hemos cambiado tanto desde entonces,como por ejemplo a la hora de pagar impuestos, antes si no pagabas( para mantener a los míos claro esta),te castigaban,te cortaban una mano te matavan,ahora te maltratan fisicamente y te persiguen como si fueras un delincuente muy peligroso cerrandote todas las puertas posibles y sin poder arreglarlo, con lo cual te van matando lentamente y poco a poco…..eso sin armas, al menos antes no se sufría tanto,(modo irónico claro).
Saludos a todos y gracias por darme expresar en este blog.
Tiene usted mucha razón en todo lo que dice, y suscribo totalmente su magnífico comentario.
Gracias por su aportación, colaboración y ayuda.
Quise decir mismos y no míos en el comentario anterior,el móvil me ha jugado una mala pasada.
Gracias