Una ministra de justicia digna de toda sospecha
¿Qué sentido tiene un ministerio de justicia en un país dónde las competencias en materia de justicia están transferidas a doce de las comunidades autónomas existentes…?
El ministro de justicia lo es solamente de cinco comunidades autónomas, pues las otras doce proveen al mantenimiento de la administración de justicia, y dicho sea de paso, con bastantes más medios que el Estado…, o lo que queda de él, que no es mucho, la verdad.
En Estados Unidos, por ejemplo, no hay ministerio de justicia, y el fiscal general del estado es el auténtico ministro de justicia, es decir, el brazo ejecutor del gobierno en los tribunales.
Aquí en España tenemos un ministerio que cada día tiene menos competencias y funciones, por las razones antedichas.
Desconozco el número exacto de sus funcionarios, que deben de ser varios millares, supongo, pero la verdad es que ignoro a qué se dedican, pues con la informatización todo el peso de la ley –y nunca mejor dicho-, se ha descargado sobre los secretarios judiciales –ahora letrados-, que son quienes tienen que rellenar unos interminables impresos (penosamente hechos, por cierto), donde hay que introducir los datos de las órdenes de protección (que no protegen a nadie), de alejamiento (que tampoco sirven para nada), los registros de antecedentes penales, de delincuentes sexuales, etc. ¡Falta un registro de delincuentes políticos, que seguramente sería el más necesario!
En mi época de secretario judicial sustituto (entonces todavía no éramos letrados, aunque yo siempre he sido un iletrado de mucho cuidado), me pasaba media mañana enviando esos datos al ministerio (la otra media tomando café y criticando la “burocracia” judicial), con lo cual siempre me preguntaba que a qué coño se dedicaban los funcionarios del ministerio, habida cuenta de que les dábamos todo hecho…
Los últimos episodios, realmente chuscos, de la todavía ministra de justicia, nos hacen pensar que no va a durar mucho en el cargo.
Ha sido totalmente desautorizada por el presidente de “la cosa”, con el asunto del muy digno Juez Llanera, pero ella como si nada…
(Por lo menos la ministra de Defensa se cogió un cabreo de no te menees con el asunto de su desautorización con el tema de las bombas “inteligentes”, que solo matan a quien tienen que matar…, y no quiso ni asistir a la posterior reunión de los ministros, para arropar al “doctor en plagios”. Y conociendo su mala leche y carácter agrío, no descarto que en breve le dé un desplante, y dimita, aunque después de quitarle la plaza de magistrado del tribunal supremo, lo tiene jodido para reubicarse en Madrid…, salvo que la nombren nueva ministra de justicia, que es lo que a ella le encantaría, ¡para ajustar cuentas con muchos!).
Pero esta fiscal, que está siendo investigada por la propia audiencia nacional en la que se ha criado, profesionalmente hablando (por lo visto no quería salir de Madrid), disfruta de amistades poco recomendables, como el ex juez prevaricador, y otros similares o peores, como el ex comisario Villarejo, un ex policía a tiempo parcial, y presunto delincuente a tiempo completo, que posee decenas de millones de euros de patrimonio, obtenidos sabe Dios cómo. ¡Nunca he conocido a nadie que se hiciera millonario honradamente!
En definitiva, ¿los españoles nos merecemos una ministra “de justicia” que está siendo investigada por nuestros juzgados y tribunales…?
Yo creo que no.
Dicho lo cual, mi máximo respeto hacia la persona, pero no hacía la política. Y no la incluyo en la “galería de tontos contemporáneos” pues creo que esta señora no tiene un pelo de tonta. Es muy lista, demasiado lista…
Publicado en Alerta Digital y Alerta Nacional (24/09/2018), El Correo de Madrid y Heraldo Sanitario de Oregón (25/09/2018), Cantabria Liberal (26/09/2018) y Mediterráneo Digital (29/09/2018)
Así es, en efecto: el Ministerio de Justicia escasamente tiene competencias SOBRE UN TERCIO DEL TERRITORIO NACIONAL.
Y está totalmente descoordinado con las otras 12 autonomías, que se niegan a facilitar datos, y van a su aire…, sobre todo los catalanes y ascos.
Estamos ante UN TOTAL FRACASO DEL SISTEMA AUTONÓMICO, y es hora de decirlo, con total claridad.
Esta señora por no tener, no tiene ni dignidad.
Si tuviera, DIMITIRÍA, antes de que la echen a patadas (que es lo que al final acabará pasando).
Pero ahí está, tan feliz, por lo menos aparentemente, negociando las retribuciones de los jueces y fiscales, y cediendo en todo, supongo, que al fin y al cabo, dentro de pocos días tendrá que volver a la fiscalía, salvo que se vaya a hacer negocios con su íntimo amigo Garzón (que no me extrañaría nada).
Y no digo a ejercer como abogada, sino a hacer negocios, a actuar como grupo de presión, que es lo que hace Garzón, es decir hacer de lobby, palabra que no me gustas nada, pues es extranjera.
Su intervención en el Senado fue patética, y producía vergüenza ajena.
Perdió totalmente los papeles.
Estaba completamente histérica.
Hoy leo en un diario nacional que se ha divorciado recientemente (supongo que su marido ya estaba cansado de tantos comentarios sobre la íntima relación de esta señora con Garzón), que tiene 55 años -los años no perdonan- y que, por lo que hemos visto, ha perdido totalmente la dignidad.
Si es que alguna vez la ha tenido…
No creo que dure mucho… PODEMOS también quiere dejarla caer.
El problema es que todo el gobierno está «cogido con alfileres», y son conscientes de que van a durar cuatro días, por lo cual, y para evitar más desgaste, es posible que quieren que sigan todos, contra viento y marea.
De cualquier forma, y si esta señora tuviera algo de dignidad, que por lo visto no tiene, hace ya días que habría dimitido…
En fin, ¡siempre le quedará GARZÓN, y más ahora que se ha divorciado!
Ha dicho Patxi Lopez que ya no dimite nadioe, pero creo que deben dimir al menos tres
Delgado
Celaa
y y por supuesto Duque Cinco ministros en la picota en cuatro meses dan mucho de si, el gobierno es un desastre y los ministro9s cogidos al buen tun tun no dabn para mas lo ético seria convocar elecciones ya
¿Todavía siguen esos 3 sinvergüenzas siendo ministros…?
Es una clara demostración de que «estos» son igual que los anteriores, o incluso peores.