El Rey de España sigue casado


Dicen que don Felipe VI sigue casado… Él sabrá lo que hace. Yo pienso lo mismo que don Jaime Peñafiel: “o Felipe se divorcia o Letizia se carga la monarquía”. Es lo mismo que pensaba, y supongo seguirá pensando, cada día con más razón y motivos, don Juan Carlos I, cuando dijo que: “Si se casa con ella, se acabará cargando la monarquía” –Peñafiel dixit-.

No voy a decir nada sobre la todavía esposa del Rey que no sea ya del dominio público: divorcio, posibles abortos, convivencia con varias parejas previas, extraña conversión al catolicismo (la Corona bien vale una Misa, debió de pensar), etc.

Pienso, al igual que Peñafiel, que una futura reina no debe de tener pasado, pues el pasado es como el cartero: siempre llama dos veces, y en ocasiones llega con retraso, pero siempre llama a la puerta.

Las imágenes de días pasados me produjeron vergüenza ajena, tanto por la esposa del Rey como por la Princesa, que apunta maneras, muy similares a las de su madre, dicho sea de paso, y sin ánimo de ofender.

Es lógico. De tal palo, tal astilla.

Atrás quedan las “circunstancias” de no querer darles una educación religiosa, según se cuenta, la negativa a celebrar la primera comunión de ambas, en un país mayoritariamente católico como el nuestro, su celebración al final, en la más estricta intimidad, para que no se enteren mis colegas de Malasaña, etc.

Voy de progre por la vida, me opero y requeteopero, pero siempre por cuenta de los españoles, evidentemente.
Viajo todo lo que me da la gana, con un abundante séquito, escoltas, etc., todo pagado por el pueblo “soberano” –tiene cojones la expresión-, por supuesto sin explicar dónde voy ni por qué, que yo soy reina de lunes a viernes, y en horario de mañanas, como si fuera una auxiliar administrativa de cualquier ministerio…

El “único” problema es que la realeza lo es 365 días al año, 366 los bisiestos, y durante las veinticuatro horas diarias. Y que unos Reyes deben estar siempre con su pueblo, y no viviendo su vida, de aquí para allá, y pasando de todo.

Unos reyes dignos de tal nombre deben llorar, sufrir y alegrarse con los españoles y residentes, consolar a todo el mundo, mantener la unidad e integridad de España, ejercer un poder moderador –en el caso del Rey, pues su mujer realmente no pinta nada al respecto, etc.

Veamos que dice la Constitución sobre algunos supuestos posibles, Dios no lo quiera:

“Artículo 58. La Reina consorte o el consorte de la Reina no podrán asumir funciones constitucionales –menos mal-, salvo lo dispuesto para la Regencia.

Artículo 59. Cuando el Rey fuere menor de edad, el padre o la madre del Rey… entrará a ejercer inmediatamente la Regencia y la ejercerá durante el tiempo de la minoría de edad del Rey”.

¿Se imaginan ustedes a doña Leticia –con c- Ortiz de Regente de España…?

Yo me exiliaba, y de verdad, no como Marta Rovira o Ana Gabriel, que no son exiliadas, sino fugadas de la justicia española.

En fin, voy a ver si me tomo un moscatel y me animo un poco, pues el futuro de España, y de la monarquía borbónica, es realmente –y nunca mejor dicho- deprimente.

Publicado en Alerta Digital, Heraldo de Oregón y Sierra Norte Digital (06/04/2018) y La Tribuna de Cartagena (12/04/2018)

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