Cambiar las calles, olvidar la historia
Siempre me ha gustado andar por las calles de Zaragoza, una ciudad que por sus dimensiones es paseable, salvo que se vaya al extrarradio.
Caminar además de ser un ejercicio muy sano, te permite ver los cambios que se van produciendo en las calles, saludar a amigos, conocidos y adversarios a los que hace tiempo no veías, tomar un café en donde te apetece, y, en general, hacerte cruces por el urbanismo que se práctica en Zaragoza, y que es de juzgado de guardia, pues se ha destruido todo o casi todo lo que merecía conservarse, por ser las señas características de nuestra identidad colectiva.
Recientemente he visto la manía, más bien obsesión, del actual Ayuntamiento por cambiar los nombres de las calles, poniendo debajo, con letras más pequeñas, la denominación tradicional de la calle. Así junto al Hospital Miguel Servet la calle Cardenal Gomá ha pasado a ser Padre Arrupe, o la calle Padre Polanco, cercana a nuestro hogar familiar, se llama ahora Eduardo S. Hernaz.
No dudo de los méritos del Padre Arrupe para tener una calle en Zaragoza, o de don Eduardo S. Hernaz, que tanto hizo por los disminuidos físicos de Aragón para ser honrado con este reconocimiento ciudadano, pero ¿porqué no les dedican una calle en un barrio nuevo, sin señalizar, en lugar de cambiar los nombres de calles conocidas y reconocidas desde hace decenas de años?
¿Se pretende que olvidemos el apoyo que la Iglesia Católica dio al alzamiento militar del 18 de julio de 1936, como mal menor, ante la anarquía y el desgobierno en que estaba sumida España, o el asesinato a manos de milicianos rojos del benemérito Obispo de Teruel, cuando era trasladado a un supuesto campo de prisioneros?
La “Carta colectiva de los obispos españoles a los obispos de todo el mundo con motivo de la guerra en España”, encabezada por el Cardenal Gomá, fue la respuesta de la Iglesia española a los asesinatos de obispos, sacerdotes y monjas, y la quema de catedrales, iglesias y conventos por toda la Patria.
Pero ello no le impidió enfrentarse a los intentos totalitarios del nuevo régimen, exigiendo libertad de prensa, de asociación, de enseñanza, y defendiendo la dignidad de la vida humana.
El día primero de octubre de 1995, el Padre Polanco y el venerable Felipe Ripoll, su fiel Vicario General, que se negaron a huir de Teruel, pues el buen Pastor no abandona a sus ovejas, fueron beatificados, declarados santos mártires, por el Papa Juan Pablo II, en Roma.
Cambiar el nombre de las calles es olvidar la historia. O, mejor dicho, intentar cambiarla.
Publicado en Sierra Norte Digital (03/01/2016), El Confidencial Digital (05/01/2016) y Heraldo Sanitario de Oregón (07/01/2016)
¡Qué razón tienes, Ramiro!
Además de lo que dices, yo añadiría otros argumentos a favor de no cambiar nada:
1. El lío que se origina al tener que volver a rotular las calles, con el coste correspondiente, los cambios en mapas, planos, etc., que no genera más que problemas, sin beneficio alguno.
2. El problema para Correos, que muchas veces al poner en la correspondencia la rotulación ya desaparecida, origina devoluciones del correo, o el envio a direcciones distintas, etc.
3. El gran coste para las empresas y negocios, y la necesidad de tener que volver a rotular sus placas o carteles identificativos, cambiar el papel comercial, los membretes de los sobres, la publicidad, etc.
Todo inconvenientes, y creo que ni una sola ventaja.
Decididamente, la única explicación que le encuentro ES EL REVANCHISMO HISTÓRICO (O HISTÉRICO). No hay otra.
Pues estoy de acuerdo con los dos. Hay problemas mas importantes que el rotulamiento de calles, y mas cuando hay un barrio con nombres estramboticos de juegos o de peliculas mas o menos miticas. El rotular las calles con nombres, es un reconocimiento a una serie de caracteristicas, no basta el hecho de ser de una ideologia o de otra
Pero hay personas con meritos mas que suficientes para subir a nuestro callejero, resulta vergonzoso que Mariano de Cavia, tenga una calle raquitica en el estraradio, o que los Opelli, unicos payasos que ha dado esta tierra, sigan sin un reconocimiento publico a su expansion por el mundo de Aragon y Zaragoza me resulta indignante pues yo lo digo una vez mas a la calle donde yo naci parece ser que le han cambiado el nombre, me niego y me negare siempre a pasar por el aro, por una razon muy sencilla yo nací en Capitan Portoles, 10 y decir otro nombre seria una mentira asi que esa calle mientras me quede un alito de vida sera CAPITAN PORTOLES, y al quele pique que se rasque y si le sale sarpullido un poco de polvos tacol es mano de santo
Francha, feliz año nuevo. Y gracias, de nuevo, por tus agudos comentarios.
Te debo un café navideño, o en este caso navideño, pero no doy con tu correo electrónico. Ruego me escribas y digas cuándo te viene bien, y allí estaré, dónde siempre.
Cordiales saludos y mis mejores deseos para el 2016.
GRACIAS Ramiro, tengo que salir solo he entrado a ver si tenias aqui ubn articulo FELIZ AÑÖ NUEVo y que la agudeza y socarroneria del Alto Aragón te acompañe Un qabrazo