La ministra del paro y los graduados sociales
Soy graduado social, con premio extraordinario final de carrera, que todo hay que decirlo, y estoy orgulloso de serlo. He publicado tres libros sobre la carrera y profesión, que conforman una parte de la primera bibliográfica existente sobre la materia, y gastado mucho tiempo, dinero y energías en defender la profesión, tanto en vía administrativa como judicial. Y con dinero extraído de mi propio bolsillo, no de los colegios o consejo general…
También fui uno de los primeros graduados sociales que se incorporó a la docencia universitaria, concretamente en la Universidad de Zaragoza, no sin pleitear, pues no era pacífica la situación, ni mucho menos. Tanto el departamento como el área de conocimientos entendían que la titulación no era suficiente, y durante un par de años me tuvieron como “profesor segregado”, sin convocarme a las reuniones del departamento, por ejemplo. Pese a lo cual, estos esfuerzos nunca han sido reconocidos por nadie, pero España es ansí. Como me decía un viejo secretario judicial, desengañado de todo y de todos, no se si por viejo o por secretario, nunca había visto condecorar o recompensar a nadie que lo mereciera.
En resumen, que el consejo general de graduados sociales me envía su revista y diversas circulares informativas, lo que agradezco mucho, pues me permite estar al tanto de la profesión. La última carta circular del señor presidente del consejol me ha llenado de enojo y vergüenza ajena: la ministra del paro, pues eso es lo que es, lleva más de un año sin querer recibir al representante máximo de los graduados sociales, corporación profesional que está adscrita a su ministerio, para más inri.
¿Qué tendrá que hacer la inútil de Fátima Bañez, cuyos conocimientos laborales son inexistentes, más importante que reunirse con los graduados sociales, para ver que problemas hay con los sistemas informáticos, la total descoordinación de los diversos servicios del ministerio, los líos con la administración concertada, la inutilidad del servicio de atención telefónica, etc.? Pues seguramente ir a la peluquería, arreglarse las uñas, hablar con la vice presidenta, a la que parece ser le debe el cargo, pues son íntimas amigas, y que se yo.
Trabajar, desde luego trabajar, creo que no, pues según se ha publicado en diarios digitales, esta señora parece ser que no acredita ni un solo día de cotización a la seguridad social en actividades ajenas a la política. Vamos, que estudió la licenciatura en ciencias empresariales como preparación para la política, y luego, a vivir del cuento.
Aún recuerdo una de sus primeras declaraciones en televisión –la ignorancia es muy atrevida-, dónde confundía las prestaciones contributivas por desempleo con las asistenciales, es decir, el subsidio por desempleo…
Espero que ya se haya enterado. Y también confío que dentro de poco podamos librarnos de semejante incompetente ministra, qué hace buenas a las ministras florero, de cuota, de Zapatero.
Claro que no se de que me extraño, si al fin y al cabo Rajoy sigue las políticas de Zapatero. Por eso le llaman el Zapatero 2: continúa el aborto, la misma ley de la memoria histórica, etc.
En fin, espero que pronto los graduados sociales encuentren un interlocutor válido, que por lo menos les reciba, y con quien se puedan negociar los numerosos asuntos que afectan y acucian a la profesión, profesión que, conviene no olvidarlo, asesora, tramita y soluciona la mayoría de los problemas laborales que se generan en España.
Publicado en Decisión Económica (04/12/2015), La Tribuna del País Vasco (05/12/2015) y Sierra Norte Digital (06/12/2015)
1º. Me resulta absolutamente incomprensible que esta señora tenga la desfachatez de estar más de un año sin recibir al representante máximo de los graduados sociales de España.
2º. Pero aún me resulta más lamentable la pasividad de ese señor. Yo, si fuera él, me hubiera plantado en el ministerio con varios bocadillos y agua, rodeado de periodistas, y hubiera «ocupado» literalmente el antedespacho de la ministra, hasta que no me recibiera.
¡No me extraña que si es tan ceremonioso consiga tan pocas cosas para los graduados sociales!
No me imagino al ministro de justicia negándose a recibir, durante más de un año, al presidente del consejo general de la abogacía española…
O al ministro de sanidad haciendo lo mismo con el representante máximo de los médicos.
Por tanto, algo raro hay: o esta señora es una absoluta inútil, que es lo que yo creo, o es que ese señor no tiene lo que hay que tener para organizarle un follón de padre y muy señor mío a la «menestra de verduras» esa, y digo lo de verduras por lo verdulera que parece ser.
Exactamente la correveidile de la vicepresidenta, según cuentan las malas lenguas.
Solo con ver la cara de la señora, ya se ve que no da mucho de sí.
Lo siento por los graduados sociales, pero no por la ministra, sino por tener un presidente tan inútil.
¿Cómo no va a ver a Rajoy, a la viceenana, convoca una rueda de prensa para poner a parir a la ministra, en fin, hace algo de provecho, en vez de mandar una simple carta a los miles de graduados sociales de España, diciendo que la ministra no le quiere recibir?
Ni que fuera un niño pequeño…
¡Que representación más desastrosa! No me extraña que no le hagan ni puto caso, y perdón por la expresión.
Los representantes gremiales estan vendidos al po0der que manda, ya no estan de verdad de repersentantes estan a verlas venir y porque laguien tiene que estar Lo mismo pasa con los sindicatos, que a zapatero no le hicieron ninguna, y las pocas que le hicieron fue subvencionada y pactada con el Presidente Pero los sindicatos ya no son como eran antes de su liberacion, quien ha matado la gallina de las reivindicaciones reales han sido los del PSOE que me parece bien que esten liberados para atender mejor a sus afiliados y trabajadores, pero sin cobrar del estado, sino de las cuotas de los Afiliados han matado al vocero, lo hemos dejado sin protestar que lo maten y ahora nos quejamos de su poca inoperancia e ineficacion, pues en el pecado llevamos la pemitencia
Los colegios profesionales no sirven para nada.
Su única fuerza nace de la obligatoriedad de estar colegiado.
Si no fuera así, no pintarían nada.
Hoy por hoy las juntas directivas se dedican a malgastar el dinero de los colegiados y hacer negocios a costa el colegio, enchufar a sus familiares, queridas y queridos en la plantilla de los mismos, y poco más.
LA AFILIACIÓN A LOS COLEGIOS DEBERÍA SER VOLUNTARIA. ¡Veríamos cuántos se quedaban!