La lucha por la vida
Primero titulé el artículo la lucha contra el aborto, pero luego lo cambié al actual, pues refleja mejor lo que quiero decir, la necesidad de que el género humano luche por la vida, desde la concepción hasta la muerte natural. Creo que todas las personas de bien debemos implicarnos activamente en la lucha contra el aborto. No podemos permitir el asesinato de personas inocentes. Debemos presionar al gobierno para que los –ingentes- recursos que actualmente se destinan a pagar los abortos se utilicen para dar ayudas a las futuras madres. Una sociedad que permite el aborto marcha inexorablemente hacia su propia destrucción.
La familia es la base natural de la sociedad, y el aborto es un crimen contra el género humano, por mucho que la legislación positiva lo permita e incluso las feministas más recalcitrantes lo defiendan contra un derecho. ¿Es un derecho asesinar a otro ser humano, encima totalmente indefenso…? ¿En que mentalidad –evidentemente tarada- puede albergarse semejante despropósito…?
He sido durante varios años miembro, e incluso directivo, de AINKAREN, asociación zaragozana dedicada a dar acogida a chicas que no desean abortar, pero que por las presiones sociales –la violencia estructural de la que habla el actual Ministro de Justicia-, se ven abocadas a dar ese terrible paso. Se les facilitaba –y se les sigue dando- casa, comida, ropa, formación, y, sobre todo, cariño y compañía, hasta que sus hijos tengan un par de años, para poder acoger a otras personas, de forma que la ayuda sea constante, a personas necesitadas, y rotatoria, buscando favorecer al mayor número posible de beneficiarias.
¿Ayudas de los organismos públicos? En la época en la que yo estuve allí, prácticamente ninguna. Para ser exactos, en una ocasión estuvimos hablando con el Servicio de Menores del Gobierno de Aragón, pues tenían interés en derivarnos las menores embarazadas, en situación de protección, ya que ellos carecían de un sitio adecuado para tutelarlas. No se en que quedaría el asunto, pues tuve que pasar por la terrible situación de perder un hijo, y fue tal la depresión que me entró, que dejé de colaborar con Ainkaren.
Aunque lógicamente he seguido apoyando, personal y económicamente, otras iniciativas a favor de la vida, desde un planteamiento menos localista y más universalista, pues se trata de un drama, el primer problema del mundo actual, al menos desde mi punto de vista. Se trata de tejer una red madre de organizaciones que ayuden social, económica y laboralmente a las gestantes para que puedan traer al mundo a sus hijos. Y ello con independencia de la religión que profesemos o que tengan –o no- las futuras madres, pues es evidente que toda mujer, por el hecho de serlo, alcanza su plenitud vital con la maternidad, por mucho que les duela a las feministas. Al igual que los hombres alcanzamos nuestra realización personal con la paternidad.
Quiero decir con esto que si una buena parte de los recursos públicos que se destinan a fomentar el aborto, pagar a los centros privados que lo practican, auténticos “mataderos” del género humano, se destinasen a ayudar a las mujeres que no quieren abortar, tendríamos muchos más nacimientos todos los años, y muchos menos asesinatos.
¿Violencia estructural? Evidentemente sí. Los padres, por el que dirán los vecinos, el novio o amante, pues le es más cómodo hacer abortar a su pareja que apechugar con el futuro hijo, la empresa, que seguramente despedirá a la trabajadora en cuanto se entere de que está embarazada, si es fija, o simplemente no le renovará el contrato si es temporal, etc.
Al final sólo van a poder ser madres sin problemas las funcionarias, pues son las únicas a las que la empresa no va a represaliar…
Enhorabuena a don Alberto Ruiz-Gallardón. Es evidente que es un gran político, un hombre de estado, claro que tuvo un gran ejemplo en la persona de su padre, don José María Ruiz-Gallardón, y un excelente maestro en don Manuel Fraga Iribarne.
Ojala el gobierno le apoye en su intención de destinar más recursos a las madres embarazadas, e ir reduciendo paulatinamente las subvenciones a los centros abortistas.
¡Tenemos que mirar al futuro con esperanza, no anclarnos en políticas que solo conducen a la desaparición del género humano!
Publicado en Sierra Norte Digital (21/07/2015) y Heraldo Sanitario de Oregón (22/07/2015)
Este artículo fue publicado por Heraldo Sanitario de Oregón, y ha tenido que ser retirado ante la cantidad de improperios, insultos, descalificaciones, injurias y calumnias vertidas contra su autor. ¡Y eso en un diario médico!
Supongo que parte de los autores serán esos médicos que en la seguridad social objetan por motivos de conciencia, pero luego se van por las tardes a hacer «peonadas», es decir, a practicar abortos en centros privados, previo pago de su importe, por supuesto, y si es en dinero negro, mejor que mejor.
¡Cuánta hipocresía!
Y que totalitarismo tienen los abortistas, que no admiten que nadie defienda lo contrario, entrando en los ataques personales, descalificaciones, argumentos ad hominem, etc., escondiéndose bajo los comentarios anónimos. QUE ASCO ME DAIS.
La «industria» del aborto es un poderoso loby en USA y en todas partes, pues mueve miles de millones de euros, y no están dispuestos a que nadie ataque su «negocio».
Gracias, Ramiro, por decir la verdad. Somos muchas las personas que pensamos como tú.