Los fontaneros de la Justicia
En política se llama fontaneros a aquellos altos cargos, normalmente asesores, personal de confianza, etc., que “cocinan” las decisiones, pero siempre detrás de las bambalinas, es decir sin que el público les conozca, en la mayoría de los casos. La Moncloa tiene centenares de fontaneros, a cual más inútil, por los resultados que vemos…
Respecto a la Casa Real, no me atrevería a decir que tiene fontaneros, sino más bien enemigos, o republicanos camuflados, que trabajan silenciosamente en pro de la destrucción de la Institución. Leticia y Urdangarín son dos de ellos.
La justicia, que en realidad es Administración de Justicia, es decir una entidad dependiente de un Ministerio, por mucho que nos empeñemos en hablar del Poder Judicial, y para algunos del joder judicial, también tiene sus fontaneros, la mayoría de ellos absolutamente prescindibles, pues no aportan valor añadido alguno al producto final, sino más bien se dedican a vivir del cuento, sin trabajar en aquello para lo que (supuestamente) están preparados.
Sin ánimo de ser exhaustivos, vamos a enumerar algunos de ellos:
1. LOS LETRADOS DEL CSPJ, que en número de varias decenas han huido de la jurisdicción, pues quieren vivir tranquilamente en Madrid, y cuyas principales funciones son tocarse las partes nobles a dos manos, y parir unas contestaciones a los recursos que parecen producto de la diarrea mental de sus redactores, enumerando jurisprudencia hasta aburrir, pero sin decir nada, y todos literalmente similares, aunque los asuntos no tengan nada que ver. Se ve que son expertos en cortar y pegar…
Están hasta diez años en el Consejo, lo que es realmente infumable, pues no hay Derecho a que juristas competentes, o por lo menos con una oposición superada, dediquen una buena parte de su vida laboral a actividades burocráticas, que cualquier técnico administrativo haría mejor que ellos.
Ahora que ha cambiado el CGPJ, convendría prescindir de todos y cada uno de ellos, y posteriormente desinfectar el Consejo, preferiblemente con un producto antiparásitos, antes de reiniciar las actividades, con muchísimos menos letrados, pues no hacen falta tantos para nada, y con una duración en el cargo de un par de años, a lo sumo, para evitar que se acaben acomodando en el papeleo, huyendo de la trinchera de los juzgados, dónde está su verdadera labor.
2. SECRETARIOS COORDINADORES PROVINCIALES, que en número de medio centenar, que se dice pronto, han huido –también- de su trabajo, y se dedican a designar, tomar posesión, etc., a los secretarios judiciales sustitutos, labor que podría hacer perfectamente cualquier funcionario de la Audiencia Provincial correspondiente, o directamente el Ministerio, consiguiendo así un ahorro de 50 sueldos, pues hay que nombrar a 50 sustitutos para que hagan el trabajo que estos señores n0 hacen…
3. JUECES, FISCALES Y SECRETARIOS SUSTITUTOS, que Gallardón está eliminando progresivamente, tropezando con grandes resistencias en las carreras respectivas, donde a todos les encanta tener asistentes que hagan el trabajo que nadie quiere hacer. Aún recuerdo cuándo siendo fiscal sustituto tuve que “comerme” una gigantesca estafa inmobiliaria, a centenares de personas, en un procedimiento con una veintena de tomos de instrucción, y que ningún fiscal de carrera quiso coger, no queriendo ocupar ninguno de ellos la plaza vacante de fiscal de la 2ª. del juzgado de instrucción correspondiente…, nombrando por tanto a un abogado fiscal sustituto, es decir al que suscribe, y pagándole como fiscal de la 3ª. –y última- categoría, pero haciéndole desempeñar una plaza de superior categoría, pero eso si, sin cobrar las diferencias retributivas correspondientes…
En mi etapa como secretario judicial, en cinco órganos judiciales, entre juzgados y audiencias provinciales, siempre me extrañaron dos cosas: la existencia de juzgados absolutamente prescindibles, dado el escaso número de asuntos, y el hecho de que en algunas localidades hubiese dos juzgados, cuando uno sólo podría hacerse cargo perfectamente de la totalidad de los asuntos, con la consiguiente reducción del gasto público.
En Aragón, por ejemplo, algunos de los juzgados rurales sobran, pues hoy en día casi todo el mundo tiene coche, y desplazarse de Boltaña a Barbastro, por ejemplo, está al alcance de todo el mundo. O de Calamocha a Teruel, por ejemplo.
Empeñarse en mantener juzgados de pueblo, donde prácticamente no hay nada que hacer, pero que suponen un gasto público considerable, es absurdo.
Recuerdo que cuando he estado de juez, fiscal o secretario judicial en pueblos, nuestra principal actividad era la hostelería, y no me refiero a trabajar en el gremio, sino a ir a tomar café, desayunar, almorzar, etc., en los bares de nuestra “jurisdicción”, procurando eso sí invertir el dinero cada día en uno distinto, para una mejor distribución del gasto público, pues a sentido de la justicia no nos gana nadie…
En resumen, sobran juzgados, sobran letrados en el Consejo y sobran secretarios coordinadores provinciales. Y faltan ganas de trabajar, muchas ganas de trabajar por parte de bastantes miembros de la Administración de Justicia, mientras que otros se matan trabajando a lomo caliente…, cobrando todos lo mismo a final de mes.
El autor tiene mucha razón en lo que dice. La «sindicalización» de los secretarios, por ejemplo, ha servido para que haya medio centenar liberados de trabajar, y que se dedican a coordinar a los secretarios sustitutos y a sus propios compañeros. Y en muchas ocasiones son los que tienen una categoría más baja, o están peor situados en el escalafón, o han accedido a la carrera por medio del concurso-oposición para los antiguos oficiales de la administración de justicia, actual cuerpo de gestión, lo que no hace ás que generar roces entre unos y otros.
Y respecto a los Letrados del CGPJ, lo que es evidente es que sobran casi todos, pues el Consejo, con la reforma de Gallardón, se ha quedado en nada, por lo que a menores competencias y funciones, menor necesidad de Letrados que «cocinen» las resoluciones correspondientes…
De cualquier forma, estoy seguro de que todo seguirá igual. Y es que cuando la gente se acostumbra a vivir en una canonjía, no hay forma de ponerle a trabajar.
Todo esta gente que mangonea en la Administración de Justicia, son los que mejor viven. Por ejemplo, los Secretarios de los Tribunales Superiores, que no hacen absolutamente nada, o los Presidentes de Audiencias Provinciales, que tampoco, en general, y salvo raras excepciones.
Por no hablar de los Fiscales Superiores, Fiscales Jefes, Fiscales Decanos, etc., que también están a la sopa boba.
Mientras tanto, abajo, en las trincheras, los funcionarios de a pie nos partimos la cara -o nos la parten, literalmente-, todos los días, intentando que el Estado de Derecho no siga retrocediendo en nuestra sociedad, lo que queda de Ex-paña…
Desgraciadamente, la Justicia cada día funciona peor en España. A mí ya no me extraña nada. Pleitear es como jugar a la lotería. Lo único que tienes claro es el coste, provisión de fondos al Procurador, tasas judiciales, honorarios del Abogado, pero el resultado es absolutamente incierto, al igual que el tiempo que va a durar el litigio.
Así es imposible que haya seguridad jurídica. Cuando el sistema judicial de un país no funciona, el Estado de Derecho se tambalea…
Es verdad que hay juzgados de pueblo absolutamente prescindibles, dados los escasos asuntos en tramitación. En su momento, debido a la falta de unas buenas carreteras, e incluso de medios de locomoción, existían juzgados en cualquier pueblo de mala muerte, pero hoy en día no tiene sentido tener juzgados con escaso volumen de asuntos, donde hay que mantener a un juez, un secretario y varios funcionarios, obligando además al fiscal a efectuar continuos desplazamientos en taxi a esos juzgados, con el lógico gasto público…
Quisiera matizar el artículo en el sentido de que no es que cobren todos igual a fin de mes, sino que los que menos hacen son los que más cobran… La Justicia está hinchada de cargos, que no hacen nada ni sirven para nada, pero que gracias a ellos tienen menos trabajo encomendado, luego viven mejor, y encima cobran más, pues al ocupar un cargo, cobran los complementos retributivos correspondientes. ¿Casos? Muchísimos: jueces decanos, fiscales decanos, secretarios coordinadores provinciales, fiscales jefes de área, tenientes fiscales, fiscales coordinadores, etc.
En la época de Conde Pumpido, la fiscalía se llenó de cargos, de forma que ahora es casi imposible encontrar un fiscal «de a pie». La mayoría tienen cargo… Es una auténtica hidrocefalia, como comenta también el autor en su libro EL MI(NI)STERIO FISCAL, recientemente publicado por Editorial CÍRCULO ROJO.
Por lo demás, estoy de acuerdo con el sentido y contenido del artículo.
Dichoso usted, compañero que ha estado en Juzgados con carga de trabajo pequeña, dichoso. Servidora, no ha tenido esa fortuna. Sí, supuestos complejos, como con acierto apunta también ha tenido la suerte de conocerlos. No creo que sea entonces «fontanero» el término más adecuado, si acaso barrendero en sentido bueno y no peyorativo (limpiar, pulir y dar esplendor como la R.A.E.). Fortuna tuvo también Ramón en ir en taxi como Fiscal. Le he de recordar, bajo una óptica personal, que en CCAA serias en lo que al trabajo se refiere (ricas y con buenas infraestructuras, todo hay que decirlo), no se escatiman gastos, debes ir por tus medios personalmente e incluso si falla la videoconferencia hay que ir «in situ» sea sábado o domingo, llueve, nieve o truene. Y aún no fallando porque los Jueces protestan por el abuso de la videoconferencia. Ah, y de taxi… ni hablar. Vaya como pueda (lo que me parece bien, si las comunicaciones son adecuadas) Y lo de la «hostelería», dependerá de la C.A. Las hay rigoristas, las hay de compartimentos estancos entre jueces, fiscales y demás operadores jurídicos. Algunos, hemos tenido la suerte de conocer esos aspectos positivos. Existen.
Es verdad que yo también he tenido que hacer miles de kilómetros con mi coche, cobrando muy poco por la gasolina, y nada por el desgaste de ruedas y del coche en general, para acudir a innumerables juicios, comparecencias de detenidos, los famosos juicios rápidos, etc.
Lo hacía por comodidad personal, pues en taxi me pasaba el viaje hablando con el taxista, con lo cual llegaba agotado, pero fundamentalmente para reducir gastos, pues las facturas de los taxistas, entre el kilometraje, las horas de espera, etc., era de aúpa.
Por supuesto nadie me lo agradeció nunca, e incluso compañeros me recriminaban que si iba en mi vehículo particular, al final nos obligarían a ir todos con nuestros respectivos coches, por lo que era preferible viajar en taxis.
Tiene usted razón. Los sustitutos no somos fontaneros, sino simples basureros, dicho sea con todo respeto hacia estos profesionales, para la labor que hacemos es similar a la suya: recoger la porquería, hacer lo que nadie quiere hacer, y ser explotados al máximo, cada día con más trabajo, siendo además maltratados por algunos jefes y compañeros, que creen descender de la costilla de Adán…
Esta comprobado que cuanto más tonto es un juez, fiscal o secretario titular, más aires se da, y más listo se cree.
Lo que mas me llama la atención y me molesta de la situación actual de la Fiscalía es que una buena parte de los fiscales ocupan cargos de libre designación, habiéndose duplicado el número de jefes y tenientes, entre superiores y provinciales, de área, coordinadores, decanos, etc., todos y cada uno de los cuales quedan relevados de la totalidad o parte del despacho de asuntos, echando la carga correspondiente sobre los demás…
Y, por supuesto, aunque te vean apurado, con el agua al cuello, nadando entre procedimientos abreviados y con decenas de asuntos para calificar, informar, recurrir, etc., son incapaces de ayudarte. ¡Vaya compañerismo que se gastan!
Y lo peor de todo es que hay que reirles las gracias, que es lo que más me joroba, con perdón.