Fiscales del Tribunal Supremo
Durante una década de mi vida profesional he sido Abogado Fiscal Sustituto (3ª. categoría), y Fiscal Sustituto (2ª. categoría), reconocido por Sentencia judicial firme. En su ejecución el Ministerio de Justicia tuvo que pagarme las diferencias retributivas correspondientes.
Los fiscales de a pie siempre veíamos a los Fiscales del Tribunal Supremo (1ª. categoría de la carrera), con su excelentísimo señor a cuestas, como un rango similar a los Generales del Ejército, al igual que sucede con los Magistrados del Tribunal Supremo, que son el primer grado dentro de la Judicatura.
El tiempo y la experiencia de la vida me ha hecho considerarles ahora como unos simples Teniente Coroneles, o como mucho Coroneles, pues el General es el Fiscal General del Estado –más bien del Gobierno-, aunque en España posiblemente no pasa de Coronel, pues el auténtico General, quien corta el bacalao, es el Ministro de Justicia (no confundir con Ministro de Injusticia…), ese fiscal excedente, con seis meses y quince días de experiencia profesional, exactamente.
Uno también pensaba, en su ingenuidad, que los fiscales estaban –estábamos- para perseguir los delitos, con independencia de quien fuese su autor, pero los años me han hecho ser realista, y ya no me sorprende ver como la Fiscalía en lugar de pedir la investigación, en algunos casos, sobre todo cuando afectan a políticos, lo que pide es el sobreseimiento del asunto, ab initio, sin diligencia de prueba alguna, no vaya a ser que el querellado o denunciado sea culpable…
Acabo de vivir en carne propia una de estas tristes realidades, como Abogado actuante ante el Tribunal Supremo, en un asunto que afecta a dos importantes políticos, uno del PSOE y otro del PP, para que nadie me acuse de derechista (ya que nunca me han llamado izquierdista…).
Denunciados unos determinados hechos, dignos de ser investigados, pues pueden ser constitutivos de sendos delitos de malversación de caudales públicos y de prevaricación administrativa, el informe del Fiscal es estremecedor, por no decir escandaloso:
“3º. Respecto del fondo del asunto, cabe destacar que el querellante no aporta ningún elemento de prueba, ni siquiera de carácter indiciario, que acredite la ilicitud penal de los hechos relatados, lo que, sin duda alguna, resulta necesario al ejercitar la acción penal (ver ATS de 12-9-2011).
No consta en autos la disposición de fondos públicos sin la necesaria cobertura legal.
Por otra parte, existen otras jurisdicciones (contable y contencioso administrativa), que, a través de los procedimientos establecidos en sus respectivas Leyes, pueden resolver las cuestiones planteadas por el querellante, reservando la justicia penal para hechos que revistan contenido delictivo, como “ultima ratio”.
4º. En consecuencia, procede declarar la competencia de esa Excma. Sala para el conocimiento de la querella interpuesta, de acuerdo con el artículo 57.1.2º Ley Orgánica del Poder Judicial, interesando su inadmisión, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 313 de la Ley de Enjuciamiento Criminal, al no ser los hechos denunciados constitutivos de delito”.
El Excmo. Sr. Fiscal del Tribunal Supremo no quiere que se investiguen unos presuntos delitos cometidos por políticos en ejercicio. Me “acusa” de no aportar las pruebas correspondientes, lo que es pedirme que presente una prueba diabólica, puesto que yo, un simple particular, por muy Abogado que sea, no puedo acceder a documentos que obran en poder del gobierno autonómico correspondiente…, salvo que sea la Sala Segunda del Tribunal Supremo quien ordene su envío a la causa especial correspondiente.
La propia rotulación del procedimiento, “causa especial”, ya evidencia el trato, también especial, que se da a los políticos en activo.
Veremos que dice el Tribunal Supremo, en quienes sí tengo depositadas todas mis esperanzas… Como siempre digo a mis clientes y alumnos del Grado en Derecho, si no creyese en la Justicia, no hubiese estudiado ni enseñaría Derecho, así como tampoco ejercería la Abogacía.
Desgraciadamente la Fiscalía está al servicio del Gobierno, por medio de esa correa de transmisión que es el Fiscal General del Estado. Torres Dulce es un hombre del PP y de la Obra, y actúa en consecuencia…
La Fiscalía esta repleta de gente del Opus Dei y grupos de extrema derecha, reaccionarios, radicales, que no han asimilado la democracia o que persiguen valores morales y principios religiosos que están pasando a ser minoritarios en la sociedad española. La verdad es que no entiendo como se puede aplicar la ley con arreglo al sentir general de la sociedad, como establece el título preliminar del Código Civil, con esas ideas trasnochadas. Tampoco entiendo porque no hay un registro público de miembros de esas sociedades secretas, que están prohibidas según la Constitución, para que todos podamos saber si ese Fiscal que nos ha tocado es del Opus, Legionario de Cristo o similar…
Dicho sea con todo respeto hacia esos grupos religiosos o pseudoreligiosos, que no lo tengo muy claro.
Desgraciadamente el PP y el PSOE se han puesto de acuerdo, por medio de un pacto secreto, en enterrar la corrupción, que les salpica a ambos. Por eso los medios de prensa gubernamentales escasamente hablan del caso de los ERES andaluces, o la prensa del PSOE ha dejado de prestarles atención al caso BÁRCENAS.
El Gobierno dispone de un estupendo instrumento para acallar la corrupción, que es la FISCALÍA, y está dispuesto a que se ensucien las togas con el polvo del camino -es decir, la mierda-, pero no para limpiarla, sino para ocultarla.
Informes similares al que describe el artículo veremos muchos, por desgracia, en los próximos tiempos. Por no hablar de que cuando la instrucción de los procedimientos penales pase a manos de la Fiscalía, únicamente se va a investigar lo que quiera el Gobierno (o Gallardón, si sigue siendo Ministro de (In)Justicia…
Si el gobierno consigue que la instrucción de los procesos penales pase a los fiscales, que Dios nos coja confesados. Aquí no se va a investigar ningún delito cometido por los políticos, no vaya a ser que sean culpables…
La fiscalía tradicionalmente siempre ha estado al servicio del gobierno de turno, por lo que no debe extrañarnos esta actuación. Está en su línea. Lo contrario sería preocupante.
Nuestro modelo de fiscalía es el francés. Después de la Revolución francesa, como los revolucionarios no se fiaban de los Jueces, pus la mayoría eran del Antiguo Régimen, y seguían fallando los pleitos a favor de la Nobleza, Iglesia, etc., se creó la Fiscalía como brazo ejecutor del Nuevo Régimen en los Tribunales, es decir para controlar lo que hacían los Jueces, hacer que se sintieran tutelados, controlados… Y así seguimos.
El actual Fiscal General decía en una conferencia que nuestro modelo era el inglés, el fiscal como defensor de la legalidad, pero evidentemente en teoría queda muy bonito, pero en la práctica seguimos el modelo francés: controlar a los juzgados y tribunales por parte del poder ejecutivo.
Y lo están haciendo muy bien, la verdad, pues son sumamente eficaces… defendiendo al Gobierno, sea del PP o del PSOE, o a ambos, como sucede en este caso.