El escrache es un delito


Y quienes lo practican delincuentes. Así de claro.

Es cierto que el palabro existe en nuestra lengua, y procede de Argentina, donde lo utilizan para definir las protestas pacíficas, aunque en la práctica viene a designar las coacciones, amenazas, hostigamientos, etc. Coaccionar y amenazar son delitos, y como tales están previstos y penados por nuestro Código Penal.

Los hechos son lo que son, con independencia del nombre que se les quiera dar. Así lo viene señalando reiteradamente la Jurisprudencia del Tribunal Supremo, respecto a cualquier materia, diciendo que una institución jurídica es la que es, con independencia de que se pretenda disfrazarla con otro nombre o denominación, que induzca a error respecto a su auténtica calificación jurídica.

Pero es que, además, es un desprecio, una burla, de la soberanía popular. Las personas que han sido elegidas democráticamente tienen todo el derecho e incluso el deber durante su mandato de actuar con absoluta independencia, para tomar las decisiones que estimen convenientes, o votar con total libertad. Cuestión distinta es que si su actuación no nos convence –como me está pasando a mí con el PP, por ejemplo-, dejemos de votarles en la siguiente legislatura. Es lo bueno de la democracia, que cada cuatro años podemos echar a nuestros representantes.

Coaccionar y amenazar a los políticos y parlamentarios, curiosamente solo de un partido político, el PP, es un hostigamiento que no tienen ninguna obligación jurídica de soportar, pues es totalmente antidemocrático, ilegal, e incluso delictivo.

Claro que no podemos esperar reacción enérgica alguna del actual Ministro del Interior, que está tan ocupado haciendo declaraciones a los medios de comunicación social, que no tiene tiempo para ejercer las competencias por las que cobra, e impartir instrucciones concretas y precisas para que todos los “líderes” de estos movimientos sean debidamente detenidos, fichados y puestos a disposición judicial.

Tal vez así descubramos asombrados, algunos no tanto, su pertenencia a determinados partidos políticos minoritarios y sindicatos, su presencia en muchos casos en listas electorales, sin ningún resultado, y el carácter totalmente minoritario y violento de los grupúsculos que forman, que se alimentan con la violencia, la intimidación y las subvenciones públicas…

¿Quién mueve a esta masa? Lógicamente aquellos que se benefician de su existencia: el PSOE y sus adláteres. No se podrá demostrar con pruebas, pero las cosas no suceden por casualidad, y quienes han perdido el poder por las urnas pretenden volver a reconquistarlo por la vía de los hechos.

Al fin y al cabo, es la eterna historia de España: la izquierda tiene muy mal perder, y es que les va la supervivencia en ello. ¿De que vivirían, si están acostumbrados a hacerlo de la ubre del Estado…? La mayoría carecen de oficio u ocupación. Y el único beneficio que tienen es el que les proporciona el empleo público, los cargos políticos y los enchufes varios: asesores, personal de confianza, etc. Fuera del ámbito oficial, están perdidos y desnortados, por lo que su furia y cabreo es monumental. Lo estamos viendo todos los días. ¡Y todavía tardarán dos años y medio en volver a celebrarse elecciones generales! Espero que no se monte antes otro 11 de marzo…, día de mi cumpleaños, por cierto.

comentarios
  1. antonio |
  2. pilar |