Don Ismael Álvarez, el acosador acosado
Confieso que nunca tuve clara la condena a don Ismael Álvarez, tanto por las particulares circunstancias del caso –fines de semana en lujosos hoteles de un cincuentón rico, creo que divorciado, con una señorita de 24 años, licenciada universitaria, y que se supone sabía lo que hacía-, etc., y más cuando de los tres magistrados que fallaron el caso solo dos apoyaron la condena, habiendo un tercero que pidió su absolución.
Cuando ni los propios jueces tienen claro un asunto sometido a su poder de juzgar, los ciudadanos estamos en nuestro pleno derecho de pensar lo que creamos conveniente, y más cuando alguno de los condenantes procedía del cuarto turno, o de los magistrados nombrados por las asambleas legislativas de las comunidades autónomos, en definitiva, era de extracción política, en funciones de comisario del partido correspondiente en la administración de justicia, que creo era el PSOE, mientras que don Ismael Álvarez militaba en el PP. Cuando empezó la vista seguramente el agente judicial dijo: “que pase el condenado”, tal era el futuro judicial del encausado.
La propia levedad de la pena, una simple multa, y de reducida cuantía, el hecho de que no se acordase inhabilitación alguna para el ejercicio de funciones públicas, etc., parece que aseguraban una pronta reinserción en la sociedad del condenado, tal y como prescribe, por otra parte, el artículo 25 de la Constitución, precisamente en sede de derechos fundamentales.
Pero con las feministas hemos topado. Estas no perdonan, cancelan antecedentes penales o ayudan a la reinserción de las personas que han cometido algún error en sus vidas –y quien no-, o han sido victimas de sentencias injustas, por presiones sociales, o simple estulticia de algunos juzgadores, incapaces de ver más allá del procedimiento penal correspondiente, o de aplicar las leyes con arreglo a la realidad social del tiempo en el que vivimos: que la mayoría de las personas en materia sexual hace de su capa un sayo…
La desafortunada expresión del Fiscal Jefe correspondiente, que le preguntó a la denunciante porque había consentido en tener relaciones con don Ismael Álvarez, puesto que ella no era una dependiente de El Corte Inglés, que tenía que dejarse tocar el culo para que le renovasen el contrato, sino que era una Concejal del Ayuntamiento de Ponferrada, elegida por cuatro años, al igual que el Alcalde, que era otro Concejal, nombrado Alcalde por la mayoría de los ediles, en definitiva, que eran unas relaciones de igual a igual, no de un jefe con una subordinada, que es una de las circunstancias habituales en los delitos de acoso sexual.
En el fragor de la vista oral, quienes llevamos miles de juicios celebrados a nuestras espaldas, sabemos perfectamente que no siempre se acierta, y a veces se dice lo que no se quiere decir, o se formula mal una pregunta, pero todo eso también sirvió para que las feministas se cebaran con el digno Fiscal Jefe, a quien el asunto le costó el cargo y una jubilación deshonrosa.
En resumen, ¿hasta cuándo tendremos que seguir soportando las presiones del lobby feminista?
Y que papel más triste el del PP, mero comparsa del PSOE en este, como en tantos otros asuntos. Que no cuenten con mi voto, nunca más, salvo que rectifiquen, que aún están a tiempo.
Desgraciadamente los Tribunales de composición política producen sentencias de la misma índole. Y cuando dos de los tres miembros del Tribunal eran simpatizantes del PSOE, no resulta extraña su inquina en condenar a un señor del PP…
Entre las presiones de las feministas recalcitrantes, o feminazis, en acertada expresión de Pérez-Reverte,, y la existencia de un poderoso lobby de homosexuales o entendidos, la verdad es que los heterosexuales en España empezaron a ser una especia en peligro de extinción…
Las Leyes no son tales cuando tratan a las personas de forma desigual, en función de su sexo. Serán normas legales o reglamentarias, pero no normas jurídicas, ni mucho menos Derecho.
La igualdad es básica en el ordenamiento jurídico, para que realmente sea legal y justo.